La sequía en España sigue siendo uno de los mayores retos medioambientales a los que se enfrenta el país en 2025. Aunque las lluvias de marzo supusieron cierto alivio, no puede decirse que la crisis haya terminado. Al contrario, el impacto a largo plazo del cambio climático se deja sentir en todo el país, especialmente en las zonas dependientes de la agricultura y el turismo.
Los agricultores españoles han sido los más afectados por el tiempo seco. Según la empresa vinícola Familia Torres, el rendimiento de los viñedos se ha reducido hasta un 50% en algunas zonas. Debido al aumento de las temperaturas y a la escasez de agua, la empresa ha tenido que trasladar parte de su producción a zonas más altas e invertir en nuevos sistemas de riego. En palabras de Miguel Torres, Director General: «La viticultura es hoy una disciplina completamente distinta a la de hace veinte años. Nos estamos adaptando a una realidad que cambia más rápido que nunca».
En marzo de 2025 cayeron en España precipitaciones récord que, si bien llenaron los embalses hasta su nivel más alto en una década (66% de media), también causaron diversos problemas. Las lluvias repentinas provocaron inundaciones repentinas, evacuaciones, cierres de escuelas e interrupciones del transporte. Zonas de Cataluña y Valencia se han visto especialmente afectadas.
El Gobierno español es consciente del problema y ha destinado 2.000 millones de euros para hacer frente a la sequía y el calor. Esto incluye la mejora de las infraestructuras, el cambio a una gestión más eficiente del agua, así como la consideración de prohibir el trabajo al aire libre en temperaturas extremas. Al mismo tiempo, se está debatiendo un mayor uso de plantas desalinizadoras en la costa.
Aunque parezca que la lluvia lo ha arreglado todo, la realidad es más compleja. La sequía sigue presente y con ella la necesidad de cambios sistémicos más profundos. Las mejoras a corto plazo no deben ocultar el hecho de que España es uno de los países europeos más afectados por el cambio climático.